Hace unas semanas fui contactada por unos amigos que trabajan con una fundación que da apoyo y ayuda a niños y niñas enfermos de un hospital de la ciudad. Querían que los asistiera para llevar a cabo unos tramites legales para que la niña pudiera salir del país y recibiera tratamiento en el extranjero.
Fui en dos ocasiones a visitar la niña, pequeñita, de unos seis años de edad. Su cuerpo estaba todo quemado porque explotó un tanque de gas en la casa donde se encontraba.
Me sobrecogió verla y sobre todo, escucharla cuando le pregunté, cómo te sientes? Y la niña con voz bajita me dijo: "bien". No quería que nos fuéramos, no quería quedarse sola.
Hice las diligencias legales de lugar, aunque no llegamos a completarlo, porque ayer me dieron la noticia de que la niña falleció finalmente.
Luego de aproximadamente 3 meses de estar interna y sufrir altas y bajas, la niña descansó.
Agradecí a Dios que me diera la oportunidad de conocer a esa niña, a esa luchadora que se mantuvo viva hasta que Dios lo permitió. Agradecí también a Dios darme la oportunidad de servir.
Me alegro que estés descansando mi querida niña y que en estos momentos te encuentres en los brazos amorosos de Dios, protegida y cuidada como debiste haber estado.
Una historia triste que tus palabras y la dulzura con que nos la cuentas, la transforma en una experiencia que invita a la reflexion y a recapacitar sobre la necesidad que tienen muchos seres humanos de lo poquito o mucho que podemos darles.
ResponderEliminarDios te bendiga, Dilia!