jueves, 20 de enero de 2011

Duelo


Tengo algunas semanas sintiéndome bastante rara.

Luego del entierro de mi papá, me dije: "bueno, nada, a seguir la vida". Y he tratado de retomar un poco la normalidad. Ya "todo" ha pasado, me dije.

Volví a trabajar, se abrieron las clases de mis hijas, y en fin, volvieron los afanes de la vida en sentido general.

Mi humor no ha sido el mejor. El "tolerómetro" ha estado bajito en algunos o varios días. Y no entendía por qué.

He tenido mis días que me he sentido bastante triste, hasta deprimida, diría yo. Me asusté, porque no quiero deprimirme. Por eso, entre otras cosas, volví a retomar mis caminatas mañaneras que me mantienen activa y con energía todo el día.

No entendía lo que me pasaba.

Una amiga me dijo este lunes cuando le comenté cómo me estaba sintiendo: claro, me dijo, es normal, estás pasando por un duelo.

Ahí entendí lo que me pasaba. Claro, me dije, es normal. Acabo de perder a mi papá (y mi mamá murió hace tres años) y es normal que me sienta así.

Por más que quiera hacerme pasar como que mi vida sigue igual, no es así.

Papá y mamá no están físicamente pero sus cosas quedaron. Sus pertenencias, sus recuerdos, sus enseñanzas, quedaron.

Y me duele.

Yo sé que pasará o disminuirá la tristeza, el temor, la sensación de soledad.

Tengo mis días buenos y mis días no tan buenos. O como dicen unos amigos míos: Días buenos y días excelentes. Días buenos, cuando todo está bien. Días excelentes, cuando todo está mal, pero yo sigo en pie.

Entonces, esto es el duelo? ufff.... no es fácil. Pero qué bueno saber lo que siento, aceptarlo y dejarlo ir cuando deba dejarlo ir.

Qué bueno saber que todo pasa.






miércoles, 19 de enero de 2011

La goma y la solidaridad




Salí del Tribunal de Niños, Niñas y Adolescentes del Distrito Nacional en el día de hoy cerca del mediodía. Cuando iba por uno de los elevados de la Avenida John F. Kennedy (que cruza la calle Ortega y Gasset) escucho de repetente el sonido temido: psssssssssssssssssssssssss. Bajo mi ventana para ver si era mi goma o si era el ruido de una construcción. Pensé (porque ese era mi deseo) que era el ruido de una construcción que hay por esos lados. Pero no. El temido ruido psssssssssssssssssssssssssss era de mi goma delantera izquierda que se estaba vaciando.

No lo podía creer. Nada más pensé en el taponazo que iba a armar. Pero calmadamente, prendí mis luces intermitentes y bajé y me paré en el murito, de forma que no interrumpiera ni el tránsito del elevado ni de la Kennedy.

Lo primero que hice fue llamar al chofer de mi papá para que me rescatara y me ayudara a cambiar la goma. Pero inmediatamente vino un motorista y se ofreció a ayudarme. Gracias a Dios!

Cambiamos la goma (porque ayudé en el proceso :) y luego me fui a la bomba más cercana a echar aire a la goma de repuesto y ahí mismo había un gomero.

El trauma mayor, puedo decir con honestidad, fue enfrentar mi otro mayor temor: el baúl de mi carro, el cual está lleno de TODO. Literalmente. Tesis, periódicos, papeles, libros, zapatos, hasta un cepillo de diente había, libretas, lentes, toga, corbata, diario, fotos, es decir, todo. Podía fácilmente haber hecho un bazar con lo que había ahí.

Me puse a sacar TODO (porque no se podía entrar la goma de repuesto por el peso que tenía) con el joven que ayuda al gomero y entrar todo eso, luego de botar par de cosas.

En el baja y sube de cosas, me habían cambiado la goma, que por cierto no fue pinchada, sino que el "pichuete" se rompió.

Uff... finalmente se arregló todo y la vida continuó.

Lecciones: Sí, limpiar mi baúl. Pero la más importante es que en este país, aunque estemos como estemos, siempre aparecen personas dispuestas a ayudar.

Si hubiera sido en otro país (desarrollado) que esto me hubiera pasado estoy casi segura que nadie se hubiera parado a ayudar, sino que hubiera tenido que llamar esas agencias de socorro de vehículos.

Esas son de los pequeños detalles que todavía me gustan de mi país: La solidaridad.