viernes, 31 de diciembre de 2010

El funeral




Papá, finalmente ya estás descansando junto a mamá.

Te despedimos por todo lo alto. Como te lo merecías.

Te rindieron honores en el PRD. Una ceremonia muy emotiva. Desde que comenzó a sonar el himno nacional y luego el del partido, las lágrimas comenzaron a rodar por mi cara.

Montaron guardia de honor tus compañeros y compañeras del partido.

Volví a recibir testimonios de agradecimiento hacia tu persona de compañeros y compañeras.

Luego fuimos al Congreso Nacional, donde los/las legisladoras montaron también guardia de honor.

Finalmente fuimos al Palacio Nacional, lo que me trajo muchos recuerdos de mi infancia.

No recuerdo la última vez que había ido al Palacio. Creo que fue cuando Hipólito Mejía tomó posesión. Pero no lo tengo claro.

Sin embargo, en esta ocasión, que tuvimos creo que una o dos horas allá, tuve la oportunidad de contemplarlo con calma.

Me pareció mucho más pequeño de lo que lo recordaba. Creo que como era pequeña cuando iba casi todos los días allá a saludarte, a comer contigo y con mamá, a esconderme de los escoltas y correr desenfrenadamente por los pasillos, lo veía grandísimo.

Fue una ceremonia muy solemne. El Presidente Fernández y la Primera Dama, doña Margarita, tuvieron muy atentos con nosotros.

Estuvo presente el Cuerpo Diplomático acreditado en el país y todos los funcionarios del Gobierno.

Las palabras del Presidente Fernández me emocionaron papá. Te retrató increíblemente.

Le di las gracias por sus palabras. Me dijo que aunque ustedes no habían sido cercanos, lo sentía así, es decir, esas palabras. Me emocioné mucho.

Isabel estuvo conmigo en este último día. Quería que presenciara esos actos en tu honor. Y se portó como una mujercita papá. Mejor que yo en sus días. Yo no me quedaba quieta, pero Isabel se portó como si siempre hubiera estado en esas actividades protocolares. Estoy muy orgullosa de ella, y sé que mamá y tú también lo están.

Finalmente, te llevamos al cementerio Cristo Redentor, a descansar junto a mamá.

Fueron tres días agotadores, física y emocionalmente.

Pero tengo la satisfacción y el orgullo papá de haberte despedido como te lo merecías.

Descansa en paz.

Te quiero mucho.


lunes, 27 de diciembre de 2010

La muerte de mi papá.


Esperaba que sucediera, en algún momento, pero no tan rápido. Albergaba la esperanza que luego que llegaras a la casa, pudieras despertar de ese coma, tan angustioso para nosotros que te veíamos y hablábamos con la esperanza de que hicieras algún movimiento o reacción que demostrara que nos escuchabas y entendías. Sin embargo, te hablaba como si me estuvieras escuchando. Es más, sentía que me escuchabas. Hace muchos años alguien me había dicho que el oído es lo último que pierde una persona.

Pero la verdad es que nunca estamos preparados para que partan nuestros seres queridos.

Esperaste llegar a casa, estar tranquilo, en paz y que nosotros también estuviéramos en paz.

Así te fuiste. Igual que mamá. En paz.

Desde ayer te estamos velando en la funeraria.

Han desfilado cientos de personas de todos los estratos sociales y políticos.
Me han llenado de historias tuyas, de testimonios. Desde personas que fueron solamente para agradecerte que le habías dado un techo, hasta personas que todavía viven de la pensión que le pusiste. De la señora que me dijo que estando tú injustamente preso en La Preventiva, le mandaste su anillo de graduación. La señora que me dijo que no estamos solos, Orlando y yo, que tenemos muchos padres y madres y muchos hermanos y hermanas que nos quieren.

De los/las amigos/as de La Yuca, nuestros vecinos, para darte ese último adiós.

Tus amigos de toda la vida han pasado a despedirse de ti.

Nos dicen que nos sintamos orgullosos de tu legado. Así nos sentimos Orlando y yo.

Isabel y Elia también fueron a verte por última vez. A su abuelo que tanto quieren y que extrañarán las vueltas en las tardes cuando las buscabas y llevabas a sus actividades diarias junto con Encarnación, tu chofer, y mi hermano, como yo le digo.

Los periódicos están llenos de testimonios de personas que te han conocido toda la vida y que destacan los aportes que has hecho a este país, en tantos ámbitos: sociales, políticos, jurídicos.

Mañana te llevaremos a tu última morada junto a mamá, como ustedes siempre han estado, juntos.

Mañana 28 de diciembre mamá hubiera cumplido años. Mañana, mamá recibirá el mejor regalo, que estará junto a ti, aunque sé que ya están juntos en el cielo.

Me regalaron un libro en mi cumpleaños que se llama "Las Arenas del Alma" de Dante Gebel. Bellísimo. Hay una parte que retrata todo lo que he vivido desde que tuviste la fatal caída:

"Es que, perdona que insista, las crisis aparecen como intrusas, llegan sin anunciarse, sin siquiera una carta de invitación. (...) Duran apenas algunos segundos, pero logran marcar un "crac" en la tranquilidad de tu alma. Un doloroso instante que pasa por la estación de tu vida como en cámara lenta. Globalmente, se trataría de una imperceptible disonancia en el inmenso pentagrama de la vida. Pero sientes que algo te ha robado tu música para siempre. Aquello que para otros es una simple estadística, para ti es todo lo que tenías.... hasta que la crisis llegó para cambiar tu presente e hipotecar tu futuro a largo plazo. No hablo de aquello que esperas o de lo que de alguna manera la vida te va preparando para sobrellevar. Los finales anunciados no son los que cambian el destino, sino aquellos que sorprenden como huracanes repentinos y que se empeñan en torcer el rumbo estructurado y planificado de tu vida."

(...)

"La soledad llega impetuosa como una inmensa ola que rompe contra las rocas, y cuando baja la marea, descubres que las voces de los demás comienzan a diluirse y solo te queda afinar el oído para oír a Dios. La presunta soledad tiene como objetivo acercar nuestro corazón al del Señor. Lo que sucede, en la gran mayoría de las veces, es que creemos que el Padre también nos ha abandonado por algún extraño motivo. En lugar de comprender que quiere atraernos a su presencia, suponemos que quiere alejarse de nosotros."

Papá, mañana, como te dije, te despediremos y te llevaremos a tu última morada, al lado de mamá. Aunque ya no estás con nosotros tu legado, tus enseñanzas, tus valores, permanecerán siempre conmigo.

Gracias por enseñarme tantas cosas importantes para mi vida.

Le agradezco a Dios todo lo que está pasando, pues Él tiene un propósito, un tiempo y un plan para cada uno de nosotros.

Te quiero mucho.


domingo, 5 de diciembre de 2010

Lo que aprendí de mi papá



Hace unos días, me puse a hacer un inventario de las cosas que me enseñó mi papá con sus palabras y sobre todo con su ejemplo:

Educación de hogar.

Honestidad.

Respeto hacia todas las personas.

La importancia de mantener unida la familia, no importa qué.

Aprendí que los retos se enfrentan.

Aprendí a tomarle amor a la lectura, a leer un periódico todos los días.

A compartir cualquier tema en familia y respetar cualquier opinión diferente a la mía.

Aprendí a amar el Derecho, a hacer los actos, demandas, bien hechas.

Aprendí que a las mujeres no se les maltrata: “la mujer no se toca ni con el pétalo de una rosa”. Decía él, siempre.

Aprendí a ejercer mi derecho al voto. La primera vez que voté él estaba ahí en Santiago. Lo recuerdo como ahora.

Aprendí a ser responsable y disciplinada con mi trabajo.

Aprendí a tomarle amor a la escritura, a escribir. Decía que yo escribía muy bien.

Aprendí a conocer a Dios, a leer esas lecturas que hacía diariamente con mi mamá.

Aprendí a ser austera, a no abusar de los demás, a ser compasiva, a ser atenta con los demás.

Aprendí que el poder es como la sombra que pasa.

Aprendí a no guardar rencor ni resentimiento a nadie.

Gracias papá por haber sembrado en mí tantos valores importantes. Espero transmitirlo a mis hijas, no sólo con la palabra sino también con mi actuación, como tú lo hiciste conmigo. Te quiero mucho.