sábado, 28 de abril de 2012

Historia de una maestría y la graduación




En el 2004 estaba trabajando en la Cancillería dominicana.  Creo que en ese momento estaba en el Departamento ONU/OEA.  Trabajaba algunas cosas con quien fue mi profesora en la PUCMM, la profesora Rhadys Abreu de Polanco, quien hoy es Jueza de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. 

Doña Rhadys es como una madre para mí.  Siempre me daba seguimiento, consejos, y fue de gran ayuda para mí durante mi trabajo en la Cancillería.

Hablando un día con ella, le dije que yo nunca había hecho una maestría y como que debía hacerla. El tema de la diplomacia y las relaciones internacionales me gustaba, a parte de que ya conocía ese mundo paralelo mientras trabajé en la Cancillería.  Me dijo que por qué no hacía la maestría de Relaciones Internacionales en la UASD.  Yo le pregunté:  la UASD?  Y ella me dijo, claro querida.  Esa maestría es muy buena y además el título de la UASD es reconocido en el mundo entero.

Decidí investigar y me apunté en la maestría.  Desde el 2004 al 2006 estuve acudiendo al “Huacalito” donde se llevaban a cabo las clases.  Éramos como 50 y pico de estudiantes, de todos los sectores de la sociedad.  La verdad que me encantó la maestría y volver a estudiar.  Muy diferente el estudio cuando uno quiere hacerlo y cuando “debes” hacerlo.  Estaba dedicada a mis materias.


Llegamos a hacer un viaje, todos los 50 y algo de estudiantes, a Washington, a visitar la Organización de Estados Americanos y hacer algunas visitas importantes en esa ciudad.  Nos acompañó la que era la representante de la OEA en el país, Bertha Santoscoy, y quien fue también una de nuestras profesoras en la maestría.

Disfrutamos muchísimo en el viaje y aprendimos mucho también.

Llega el 2006 y termina la maestría.  Siempre nos decían que comenzáramos a hacer la tesis antes de terminar las clases, porque después se complicaba el asunto.

Con excusas como falta de tiempo, situaciones personales, trabajo, etc., no hice mi tesis. Y esa nube negra comenzó a rondar o posarse en mi cabeza desde el 2006.  Sólo mencionaba que tenía que hacer una tesis.  La iba a hacer con un amigo y dos o tres años después me di cuenta que no íbamos a hacer nada juntos y lo solté.   Hice algunos intentos de hacerla, visité bibliotecas y recolecté información.

El año pasado, ya cuando estaba al borde de perder la maestría, me puse en eso.  Una amiga me ayudó a planificarme y me dijo que hiciera un calendario y pusiera una fecha de entrega.  Hice eso, me propuse que en tres meses la terminaría.  Marqué los días y las horas que iba a trabajar en la tesis.

Increíblemente cumplí con el calendario y terminé mi tesis.  La entregué en noviembre del 2011.

Me evaluaron en enero del 2012 y me fue muy bien. 

Elegí un tema que era conocido para mí.  Un tema sobre los derechos de los niños.  Mi tesis se llama:  “Manejo de imágenes de niños y niñas
en los medios de comunicación conforme a la Convención sobre los Derechos del Niño”. 

Luego de presentar mi tesis, tuve que hacer las diligencias de lugar para graduarme.  Hice lo que tenía que hacer y finalmente, ayer fue el acto de graduación.  Solamente estaba yo de mi promoción, pues algunos/as no terminaron sus tesis, pero muchos/as otros ya la habían terminado antes que yo.

El acto de graduación fue muy lindo. Me puso en contacto con mis sentimientos de tristeza y alegría.  Tristeza porque pensé mucho en mis padres, porque sé que hubieran estado muy felices conmigo, y alegría por haber logrado terminar mi maestría.

La última vez que había ido a una graduación, fue a la de mi licenciatura, 1994.  O sea que esto era casi nuevo para mí y emocionante también.

Lo que más me gustó de todo el acto fueron las palabras de Julio Antonio Manzueta, quien sacó el índice académico más alto de todos los/as graduandos/as de ese acto, por su maestría en “Matemáticas Pura.”  Yo estaba alucinando con sólo pensar sobre la maestría que él realizó (matemáticas pura) y además sacó el más alto índice!! Yo pensaba: este es un genio.

Las palabras de Julio Antonio Manzueta sacaron lágrimas a todos/as los/as que estábamos ahí.  Dijo que iba a contar una historia. Una vez un niño que ayudaba a su padrastro en la loma de su campo, le dijo un día:  mañana yo no vengo a la loma.  Yo voy a la escuela.  Su madre lo apoyó y buscó a crédito un cuaderno Petete y un lápiz (el cual partió en dos, uno para Julio Antonio y otro para su hermanito).  Cuando Julio Antonio aprendió a contar, animó a su mamá a que pusiera un negocio, a vender fritura, porque ya él sabía sumar y restar.  Así fue prosperando no sólo él, sino también su familia.  Logró graduarse con honores también del Liceo donde estudió.  Y anoche, logró graduarse con el mayor índice académico en la UASD.

Dijo dos cosas más que no olvidaré:  “La educación salva al país, salva al mundo” y “La UASD es la universidad del pueblo dominicano.”

Dijo también que Dios nos había dado un don a cada uno de nosotros/as.  Que lo usáramos para el bien.

Su discurso valió todo el esfuerzo y el ajetreo, que tanto me quejé, para ir al acto de graduación.

Salí esperanzada, con ánimo y agradecida.