En el año 1998 por decreto del Poder Ejecutivo, abril fue designado como el mes de lucha contra el abuso infantil.
Muchas organizaciones gubernamentales y no gubernamentales y organismos internacionales como el UNICEF y la OIT/IPEC llevan a cabo actividades para recordarnos que miles de niños/as sufren de diferentes tipos de abusos en nuestro país, que nos mantengamos alerta ante los abusos que se cometen a diario contra niños y niñas y adolescentes y que protejamos sus derechos.
Se cometen todo tipos de abuso y a todos los niveles: estatales, institucionales, sociales, familiares y hasta tecnológicos, pues por internet se cometen también abusos contra los niños, niñas y adolescentes.
Gracias a las oportunidades que he tenido de trabajar en instituciones gubernamentales y no gubernamentales he podido aprender un poco no sólo sobre los tipos de abusos que existen, sino también esas experiencias me han ayudado a ser una mejor persona y una mejor madre.
Estas instituciones son héroes o heroínas silenciosos/as y anónimos/as, en muchas ocasiones, que realizan un trabajo de prevención a través de la educación a las familias dominicanas y otras también se encargan de atender a las víctimas.
Una vez, hace muy poco tiempo, escuché un testimonio de un señor de aproximadamente unos 30 y tanto de años, de procedencia humilde, pero que ha logrado superarse a base de trabajo honorable, que contó cómo cuando era pequeño, vivía con su familia compuesta de 8 personas, muy humilde, con precariedades, pero mucho amor. Su padre muy recto, siempre atento a sus hijos/as, los disciplinaba, pero era también muy atento con sus hijos e hijas. Su madre dedicada a su hogar, al trabajo y a la crianza. Un día un amigo de la familia que siempre les llevaba arroz o habichuelas o aceite, se quedó a dormir en su casa. Su papá permitió que durmiera con sus hijos. El hombre de "confianza" abusó de ese niño durante años. Le mató su niñez. Le apagó su alegría y su inocencia.
Se me quedó en mi mente y pensamientos uno de sus mensajes: "Por un sólo segundo que mi papá se descuidó de mí, se cambió toda mi vida".
El mensaje que me llevé, a parte de su testimonio de fé y esperanza, fue que como madre tengo que estar vigilante y alerta con mis hijas. No paranoica, pero pendiente de ellas.
Hay que tener cuidado y proteger nuestros hijos e hijas. Como dijo el señor en su testimonio: un segundo de descuido puede destruirle su niñez y probablemente toda su vida.
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