domingo, 26 de mayo de 2013

Mi mamá: Asela Mera de Jorge


Por primera vez en el día de la madres, he visitado la tumba de mi mamá.  Lo hago como parte de un proceso terapéutico, digo yo, porque sé que no está ahí.  Parte de mi duelo, digo yo también.  Mi hija Isabel fue conmigo.  Elia no quiso ir.  Incluso desde que mi papá y mi mamá murieron, Elia no quiere que ponga fotos de ellos en mi casa.  Las tengo guardadas hasta que estemos de acuerdo y las vuelva a colocar donde estaban.

Le dejamos una flor del sol, que a ella le encantaban.

Mi mamá era una persona especial.  Bueno, era mi mamá.

Pero ella era primero esposa y luego madre. Lo cual me tomó un tiempo aceptar.

Durante mi niñez y adolescencia no entendía cómo ella decidió ir con mi papá a todos lados y apoyarlo en todo lo que hacía.  La verdad que fue un ejemplo de lealtad.

Así como eran en público, así eran en privado.  Respetuosos y se profesaban un amor increíble.

Yo, rebelde al fin, protestaba y hasta sentía celos por ese amor que se tenían.

Tuve una relación tirante con ella durante mi adolescencia.  Pero era la forma que encontré en ese momento para reclamar su atención.

Mi mamá era también así mismo como se veía en público: amable, tranquila, paciente, amorosa, nunca hablaba alto, con un gran sentido del humor y era una mujer fuerte, valiente!

Solamente una vez me dijo una mala palabra y casi morí cuando la escuché decir: C_ _ _O!

Eso pasó cuando mi papá estaba preso y yo protestaba porque quería salir y no sé qué cosa quería hacer, y creo que me habían dicho que no saliera, etc, y dije: "Estoy "jarta" de esta vaina!" y mi mamá me dijo:  "Y yo?? C _ _ o!" uffff... ya no recuerdo qué más me dijo después de eso.

Ahí mismo me recogí, me retiré tranquila y no dije más nada y no me quejé más.

Claro... ¿quién más que ella había aguantado tantas vainas? Yo no tenía calidad moral para seguir protestando.

Desde que salí embarazada la primera vez, ahí comenzó verdaderamente a cambiar mi relación con mi mamá.  Fue a la primera persona que llamé para decirle que estaba embarazada.  Yo estaba de viaje en ese momento, y su alegría brotaba por el teléfono:  un niuyorquino, un niuyorquino! decía alegremente (yo estaba en Nueva York cuando supe la noticia).

Me acompañó en los alumbramientos de mis hijas.  Se quedaba conmigo.  Era amorosa y amable.

Ya con las  niñas nacidas, era una abuela magnífica! amorosa, complaciente.  No quería que yo le dijera nada a las niñas, o sea, un boche o algo. Me decía: "Pero Dilia, no le digas eso a las niñas."  Ese "pero Dilia" me lo decía siempre... yo la mortificaba. jajajajaja Creo que era también para llamar su atención.

Luego mamá fue mi amiga, mi compañera, consejera.  Le contaba todo y ella con su paz y con su cariño me hacía sentir que todo iba a salir bien y que no me preocupara.

Gracia querida mamá por ser la mamá que fuiste. Te extraño mucho, te quiero, pero también sé que estás conmigo aunque no te vea y no te pueda tocar.  Tus recuerdos permanecen conmigo.

jueves, 23 de mayo de 2013

¿El interés superior de quién?

Por razones profesionales he tenido la oportunidad de compartir en algunas ocasiones con la Sra. Ara Gena Martínez, quien tiene años trabajando con el tema de los derechos de los niños, niñas y adolescentes en el país y ha sido consultora y asesora de organismos y organizaciones no gubernamentales internacionales relacionados con la niñez.

La primera vez que leí el nombre de Ara Gena Martínez, fue cuando se estaba creando la ley 14-94 que fue nuestro primer Código de Niños, Niñas y Adolescentes, pues ella formó parte del equipo que ayudó a la transformación del sistema del paradigma de la situación irregular al paradigma de la protección integral.

En el día de hoy estuvimos conversando sobre el funcionamiento de los tribunales de niños, niñas y adolescentes, y abordamos brevemente el principio tan mencionado del interés superior del niño.

Ese principio siempre me ha causado preocupación sobre su aplicación, porque como no hay una definición específica sobre el mismo, sino que tiene su base en el artículo 3 de la Convención sobre los Derechos del Niño, y está plasmado en el Principio V de la ley 136-03 que es nuestro segundo y hasta ahora último Código de Niños, Niñas y Adolescentes, siento que su aplicación a veces no es la correcta.

Ara Gena resumió mi sentir en las siguientes palabras (no la copié textualmente, porque lo hice después que hablamos, pero creo que capté su sentido) y me dijo lo siguiente:  "En nombre del interés superior del niño se han cometido las mayores atrocidades contra ellos.  Es necesario comprender que este interés es garantizar los derechos fundamentales de los niños sin que influya el criterio particular de una persona."

Es decir, el juez o la persona (física o moral) que tenga que emitir una decisión sobre un niño, niña o adolescente, debe hacerlo despojándose de sus creencias, de sus experiencias, y garantizar en cada caso particular sus derechos fundamentales.

El tema hay que seguir escribiendo, hay que seguir debatiendo.  Pero me gustó lo que escuché esta mañana y por eso no quise dejar de escribir este post.

Por eso casi siempre me pregunto, ante las decisiones que se toman en cuanto a la niñez y la adolescencia, ¿en el interés superior de quién se ha tomado esa decisión?

Aquí pueden leer un interesante artículo de Miguel Cillero Bruñol sobre ese principio.

(La imagen que utilicé fue tomada de esta página web)