domingo, 29 de julio de 2012

A mi papá


Hoy es el segundo año que mi papá no está físicamente con nosotros en el día de los padres, pero no hay prácticamente un día en que no piense en él o en mi mamá, y sobre todo ejerciendo mi profesión, recuerde sus consejos, sus palabras, sus frases.


Desde que nací mi papá ya se dedicaba a la política.  Sin embargo, a pesar de haber sentido su ausencia muchas veces, también recuerdo su atención a mi, a lo que me pasaba, a lo que sucedía en el colegio o con las amigas, con los enamorados.

Mi papá escribió un relato cuando nací.  Desde ahí comenzó a demostrar lo mucho que deseaba mi nacimiento y el cuidado que tuvo con mi mamá para que yo naciera con vida.  Recuerdo cómo él lo contaba con tanta emoción, cuando yo iba a nacer, porque mi mamá era diabética y fue un reto para la medicina local, que tanto mi hermano y yo naciéramos.  Nacimos ambos a los 7 meses de gestación.  Papá nos contaba que las primeras incubadoras que llegaron a Santiago, fueron la de Orlando y luego la mía (sí, Orlando es mayor que yo, lo que pasa es que él tiene "baby face" jajajaja).  Nos contó que le pidió a su amigo Orlando Haza que buscara las incubadoras a Santo Domingo que habían llegado desde Puerto Rico, y que cuando don Orlando llegó al aeropuerto preguntaba por unas "incubadoras para pollitos" jajajajajaja. Don Orlando no sabía que existían incubadoras para niños.

Mi papá no era un papá zalamero o de dar muchos abrazos y besos.  Pero mostraba su cariño de otra forma:  me levantaba cantando todos los días  (los viernes me decía -luego de cantar- "levántate, hoy es el mejor día de la semana") , me decía todos los días: "qué dice lo que yo más quiero?", me decía:  "Dilín, Dilán, cara de sacristán" o me decía "Querubina", me enseñó su amor por la música y la guitarra, su pasión por la lectura y escribir.  Me decía que debía ser disciplinada.  No había cosa que me molestara más que me dijera eso, pero hoy me doy cuenta que sin disciplina no puedo llegar a ningún sitio.

Estaba muy orgulloso de mí, de mi ejercicio, de mi desempeño como madre, siempre me lo decía y se lo decía a quienes lo visitaran.  Y amaba a mis hijas. Dios sabe cómo hace las cosas.  Cuando mamá murió, mi relación con él se estrechó más y también más con mis hijas.  Iba con mis hijas en las tardes a las diligencias que ellas tenían que hacer (clases extracurriculares, etc.) y yo estaba más atenta a él.

Cuando estuvo ese mes en coma, antes de morir, me dio la oportunidad, a mi, de hacer las paces con él.  De entender que él hizo lo mejor que pudo para mi educación, para mostrar su cariño, su amor.  Le di las gracias por haber sido el padre que fue y por haberme enseñado tantos valores que hoy viven conmigo: honestidad, lealtad, solidaridad, entre otros.

Gracias Dios por darme el padre que tuve.  Te quiero mucho papá.



lunes, 16 de julio de 2012

Manifestación del 11 de julio


El 11 de julio pasado, varias organizaciones no gubernamentales convocaron a toda la sociedad, a manifestarse frente al Congreso Nacional, como una forma de protesta por los feminicidios que han ocurrido e incrementado desde hace algunos años en el país (98 en lo que va de año), y además exigir responsabilidades y acciones reales al Estado dominicano para enfrentar este tema, que requiere como dice la magistrada Roxanna Reyes: presupuesto, personal y logística, y podemos añadir también educación, educación y educación, en todos los ámbitos.
Me movió a ir a esta manifestación, primero, lo alarmante de estos casos que ocurren en nuestras narices, y segundo, lo que dijo Rosario Espinal en el programa Líderes de mi hermano Orlando Jorge Mera, en el sentido de que existen dos posibilidades para que se produzcan cambios en un país:  1. que la clase política asuma y entienda la necesidad de cambiar las cosas , y 2. que la sociedad presione a los gobiernos a producir cambios, pero que lamentablemente esta segunda posibilidad la veía bastante difícil que sucediera porque nuestra sociedad no se moviliza.  

A mí me dolió cuando dijo eso Rosario Espinal.  Y por eso cuando convocaron a esa manifestación, me dije, allá iré.  La hora me encantó también porque era de 7am a 9am, lo que daba tiempo cumplir con ese compromiso ciudadano, social, y retomar la rutina diaria laboral.

No es la primera vez que acudo a una actividad con la que me siento identificada. Ya lo hice, cuando se discutía el famoso artículo 30 de la Constitución.

En fin, entiendo que debemos movilizarnos, debemos exigir acciones concretas al Estado (sin dejar de hacer nuestra parte como sociedad, como familia, como ciudadanos responsables), no sólo en este tema sino con todos los temas que nos afectan.

Salgamos de nuestra zona de confort y vamos a movernos antes de que sea demasiado tarde y la violencia nos toque más de cerca.